Detrás de las colinas ya es invierno,
está gris el estanque
y en la puerta
con el fuego encendido espera Dios.
Oh, qué suave es la música que viene
arroyo azul abajo,
qué quietud en los olmos,
qué callado el nogal y las estancias en llamas
de los hoteles sepia.
Amor: ¿acaso está tan cerca la hora que la nieve
cayendo sobre mí
no se derrite?
500
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