viernes, 1 de enero de 2010

Estás hasta los guitos de las cosas mediocres






Estás hasta los güitos de las cosas mediocres,
de la gente que nunca se ha propuesto cruzar la línea roja,
y te manda un e-mail para contarte
de qué lado está Dios cuando parece que ha muerto,
de la gente que escribe de planes sostenibles
y respira el tabaco de los pubs más ridículos,
estás harto de usar el mismo chándal los fines de semana,
harto de consentir,
de estar callado,
de saber que te espían y mirar a otro lado cuando pasa
la mujer de tu prójimo.
Mas te falta el coraje suficiente
para entrar a las siete de la tarde en los retretes ilustres
y gritar que te empacha tanto séquito de putas y golferas,
que esnifar cocaína y embriagarse de vodka
no cotizan a Hacienda pero imprimen carácter,
que te duelen los ojos de ser bizco,
que te queman las manos por escéptico,
que aún es tiempo de mapas desplegables
y de niños bilingües.
Pero sigues anclado a tus semáforos rojos,
sumiso a tu mujer,
fiel a tus vicios,
y te sientes crecer mientras te tomas la leche descremada
y la avena de herbolario,
mientras bebes alcohol sin calorías
y además te conformas con un vaso de malta
y a la luz de la luna ni siquiera tú notas
el asco que ahora sientes de ti mismo.
De verdad que estás harto de todo, pero sigues
creyendo en el jengibre
y en el tópico
poder de los milagros.

Poesía Pura
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