jueves, 9 de septiembre de 2010

Mientras siga lloviendo...


Mientras siga lloviendo
y el clamor de la lluvia atraviese las paredes de esta casa
no me muevo de aquí, quiero olvidar
la forma en que respiran las flores amarillas
cuando acaba el verano,
quiero ver si después del mediodía ya me estorban las manos
y qué hago con ellas.
Mientras siga lloviendo y tenga hambre de ti,
mientras sea tu cuerpo como fruta
de las playas del sur
y estés a solas
no me muevo de aquí:
tú me vas a decir que al otro lado del mar
florecen todo el año los geranios
y a mí qué,
tú me vas a contar que allí los duendes crecen en los maizales
y a las diez de la noche las vestales del templo
incendian sus enaguas,
pero tú me enseñaste también que la memoria
viene a ser algo así como el andamio
y las vigas que apenas nos sostienen.
Y ahora sí,
porque sé hasta qué punto los recuerdos me deshuesan las manos
y a mi vera
sólo hay vírgenes necias,
danzadoras de vientre y lavanderas preñadas,
créeme, no me importa que más lejos de aquí,
al otro lado de mar
o en la memoria
florezcan todo el año los geranios.

Mientras siga lloviendo y todavía
sea capaz de sentir como ahora siento
no me muevo de aquí.


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