Por entonces
era un niño tan sólo y no sabía que hubiera
prostitutas de lujo o que existiesen
mecánicos de pechos,
las mañanas
eran hilos de sol con desayunos
en pijama de rayas que venían de hacer rutas galácticas.
Tú tenías cabellos azarosos y mofletes postizos
y como era normal
no imaginabas
viajar por la Antártida o dormirte
con un libro de versos debajo de la almohada.
Qué curiosa es la vida, cuando menos lo piensas te conviertes
en actor principal de una película de acción surrealista
y ya nada te extraña,
hasta te sientes
capaz de enamorarte de un insecto o vender
por un precio asequible tus besos microscópicos
y tu virginidad,
pero es parte del rito y nada es bueno o es malo si uno entiende
de terapias absurdas y elefantes ascetas.
Hoy seguimos durmiendo entre mendigos de arroz y telarañas,
sosteniendo las torres de la falsa modestia con las manos
y es que a veces nos cuesta olvidar lo que no somos
y a fuerza de no serlo
caemos en picado hasta y nos hablamos en lenguas diferentes,
qué curiosa es la vida,
siendo iguales que ayer ahora soy yo quien te procura margaritas azules
con tarjeta de crédito,
quien recibe con música el sprint de los ciclistas,
quien siempre tiene prisa y se alboroza
sacando las palabras de contexto.
Poesía Pura 06 06 10
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