jueves, 20 de mayo de 2010

DOLOR DE TESTÍCULOS

Sólo os digo que aquí
donde me oís toser y tengo puestos mis pies desde hace años
no se puede vivir sin que le duelan
a uno los testículos.
Esta tierra debiera ser la cuna de los príncipes muertos
o el lugar donde aprenden a abrazarse
los noviazgos ingleses,
aquí
los días saben a sandalias de kétchup
y a las dos de la noche diez mil perros se convierten en frailes
ladrándose al unísono.
Lo peor no es la gente que se sabe hecha aprueba de tonto,
lo peor son sus sombras,
sus voces asimétricas,
sus ídolos de leche
y esa forma de hacerse el harakiri entre manadas de búfalos
mientras baila a la métrica
de las flores carnívoras.
Y si a todo en la vida uno acaba adaptándose
¿por qué no a esta tortura de la música hidráulica,
a las risas manchadas con cerveza
y a tener por vecinos
rubios de ojos azules y bazares que alquilan
tetas de silicona?

Lo que no está reñido con que a uno
le duelan los testículos.

Poesía Pura

20 05 10

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