jueves, 28 de enero de 2010

Puede que estén las fechas alteradas...

Puede que estén las fechas alteradas,
los nombres confundidos,
qué más da, continúas
tomando el autobús en la parada
que jamás ha existido y ocupando
los asientos de atrás como si el mundo
muriera más despacio,
pero todo es igual porque le sobran al tiempo
gigantes milenarios y están llenas las calles
de relojes suicidas
y hay gatos vigilando en los tejados.
¿De qué sirve que invoques tu estatura de arcángel,
y pretextes el gesto de un dolor nazareno
si tú que sabes
que, aunque fuese la luz de otro color
debajo de los pinos, estabas de antemano
condenado a vivir a cualquier precio?
Hoy, que miras las calles por encima
de los puentes colgantes,
te llaman la atención las risas de un muchacho
que recuerdas albino,
quieres saber su nombre, preguntarle
a qué edad se jubilan los niños repetidos,
cómo duermen de día los álamos gandules,
y por qué no rebosan los ríos cuando cae
una lluvia de estrellas.

Y acaso has aprendido que no puedes
auparte a las montañas y agarrarte a las nubes
si no dejas abajo, en la llanura, el corazón.


Poemario No me pidas que cante cuando vengas (2009)

Premio Junta de Castilla y León

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