jueves, 28 de enero de 2010

El mismo sol...

El mismo sol,
las olas otra vez,
la claridad quebrada,
las acacias colgadas de la nubes,
el paisaje
de abedules contiguos que se hacen transparentes
al fervor del estío.

Y de nuevo aquel día, aquel miedo inasible entre las manos,
los viernes irlandeses por la tarde,
el mundo a la deriva
y tu piel y mi piel,
tu piel sobre mi piel de quince años.
Porque ahora nos crecen como brazos los árboles,
heridos, casi náufragos,
y sus sombras sin sexo,
aún nos quedan los versos en las páginas
primeras de algún libro,
las botas de esquiar en los cuadernos más al norte del frío
y la nieve aterida, la nieve en los desvanes.
Fuimos lluvia y jardín,
aroma y tacto,
fuimos una propuesta de azul al mediodía
junto al lento fluir de los cauces glaciales.

Aquel día otra vez,
y junto ti,
los pasillos de hiedra que ya alcanzan el cielo.


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