miércoles, 20 de enero de 2010

Por un tiempo...

Por un tiempo
fuimos dueños del cielo y pernoctábamos
en los puertos del sur, medio vestidos
y a cara descubierta,
por un tiempo
las aduanas del mundo no exigían tributos
ni llevaban botones las blusas de las niñas,
pero entonces teníamos quince años
y el amor era un potro sin espuelas.
Mas ahora es invierno y sólo en nombre
de países antiguos nos está permitido
habitar nuestras casas,
sólo en nombre de un dios que ya no es dios
o en virtud de las cosas que resultan
distintas a su origen
hoy seguimos amándonos,
doliéndonos,
hoy seguimos mirándonos las niñas de los ojos
como algo
que se ha hecho una costumbre.
Y me coges las manos y me pones
el pan sobre la mesa con el mismo ademán
con que vas al psiquiatra o acudes
al gimnasio tres veces por semana.

¿Será porque el afecto cicatriza
y el alma nos supura
cuando empieza a nacer una pregunta?



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