jueves, 28 de enero de 2010

Nadie sabe qué prisa me detiene...

Nadie sabe qué prisa me detiene
ni qué muerte acelera como un frío de bosques estos pasos,
nadie puede explicarme si es la noche semejante a la noche
o si allá de un tumulto velado de caballos
hay una luna calva,
legítima frontera de quien nunca
vistió a las mariposas con temblores de lila.
Entre el sueño y la aurora siempre hay gente
con cara de equinoccio que cocina
arroz con gorriones,
son los mismos
que al final del trayecto se queman a lo bonzo
y aplauden cuando un banco de peces alcanza la erección
besando a las palmeras.
Ocurre que la luz tiene un guiso indigesto
y al tocar a maitines se atragantan los gallos,
ocurre que los cuerpos
crecen hacia el fulgor y a la más leve
deflagración se arden.
Me pregunto
a cuántos años luz fueron los ángeles
crisálidas de nube
o si el agua era viento cuando el viento
no creía en los dioses.
Y ahora os debo decir que ni yo mismo
sé leer mi zodíaco o traducir
a un idioma de orines las lágrimas de Homero.



Poemario No me pidas que cante cuando vengas (2009)
PREMIO FRAY LUIS DE LEÓN 2008 DE CREACIÓN LITERARIA.

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