ni qué muerte acelera como un frío de bosques estos pasos,
nadie puede explicarme si es la noche semejante a la noche
o si allá de un tumulto velado de caballos
hay una luna calva,
legítima frontera de quien nunca
vistió a las mariposas con temblores de lila.
Entre el sueño y la aurora siempre hay gente
con cara de equinoccio que cocina
arroz con gorriones,
son los mismos
que al final del trayecto se queman a lo bonzo
y aplauden cuando un banco de peces alcanza la erección
besando a las palmeras.
Ocurre que la luz tiene un guiso indigesto
y al tocar a maitines se atragantan los gallos,
ocurre que los cuerpos
crecen hacia el fulgor y a la más leve
deflagración se arden.
Me pregunto
a cuántos años luz fueron los ángeles
crisálidas de nube
o si el agua era viento cuando el viento
no creía en los dioses.
Y ahora os debo decir que ni yo mismo
sé leer mi zodíaco o traducir
a un idioma de orines las lágrimas de Homero.
Poemario No
me pidas que cante cuando vengas (2009)
PREMIO FRAY LUIS DE LEÓN 2008 DE CREACIÓN
LITERARIA.173
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