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Mucho antes de ahora
tú fuiste una ciudad y por tus calles
buscaban equilibrios los tranvías
antes de desnudarse. Mucho antes
de las diez de la noche tú habías sido
fresa de invernadero,
tobogán
donde un llanto purísimo enjugaba
los besos subversivos.
Mucho antes de ayer
aún te quedaban
multitudes y sauces alargando
sus brazos hacia el agua.
Pero ya no eres nada, sólo un tiempo
de luz insuficiente,
sólo un bosque sonoro,
te olvidaste
de que en toda la película
la eternidad empieza siempre en lunes.
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