Alguno de estos días,
mejor que estar llorando con las lágrimas
que vuelven del pasado,
mejor que seguir siendo vendedores
de jabón de afeitar
o aleluyas del aire,
mejor que no hacer nada
alguno de estos días, cuando tengas
milimétricamente contadas tus neuronas,
sin urgencias,
sin pagar los peajes que exige la cordura,
nos vamos a morir definitivamente
y lo vamos a hacer
un minuto después de que no queden
restos de antepasados ni fianzas antiguas
en la sala de autopsias.
Ya verás,
qué estupendo es vivir,
-digo morir-
sin tener que saltar sobre los charcos.
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