lunes, 27 de julio de 2020

No sé por qué me obstino



No sé por qué me obstino
ni qué sentido tiene que yo siga
hablándoos de mi muerte, de las nubes indómitas,
de las noches eternas en los inviernos nórdicos,
de océanos, de París
o escribiendo poemas
más o menos eróticos, vitales, surrealistas
si dentro de un instante cuando salga a la calle
me encontraré a la gente
embutida en las cosas más absurdas, decadente,
sumisa, ensimismada,
por extraño que sea el color de sus tristezas,

Es posible
que me falte un hervor y que aún me piense
ave del paleolítico,
es posible
que aún me crea llamado a sobornar
no sé qué omnipotencias celestiales, yo
que al mirar a una chica, por ejemplo,
sólo admiro el contorno que fingen sus colinas,
yo,
forastero de mí, ¿para qué escribo?
¿quizás para clavarme en la mañana de un Gólgota imposible y esperar
a que un dios de cristal me resucite?,
¿para que no me entiendan los necios y me inventen
un nombre que no he sido?

Ni siquiera la muerte va a tener la elegancia de otorgarme
protagonismo alguno.

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