jamás existió un gato llamado Julio César,
primero
porque la esclavitud fue desterrada
y un animal doméstico es un ángel
sin alas y los ojos
cosidos con candados
y en segundo lugar porque de haberlo tenido
le hubiera bautizado con el nombre de pila
de alguno de esos memos
que salen en la tele
y por supuesto
después de disculparme expresamente con el mundo
mundial de los felinos.
Además
como todos sabéis vivo en un quinto
y estoy hasta los mismos de subir escaleras
¿de qué me iba servir
llegar cansado,
tirarme en el sofá y que un minino
pasara sus bigotes por mis ingles tratando de contarme
de cuantos roedores me ha salvado?
Considero a los gatos mucho más ingeniosos
que cualquiera
de esos analfabetos que empalagan la noche
con sus babas lascivas.
Poesía Pura, 11 01 11
No hay comentarios:
Publicar un comentario