jueves, 9 de septiembre de 2010

La abolición del yo




Es preciso olvidar, de lo contrario
los recuerdos imponen sus asedios y a medida que surgen
convierten al amor en un puñado de tierra,
golpean las ventanas
y después del acoso sólo queda el aroma que tradujo a las flores.
Será mejor así,
desnudar al objeto, perturbar el origen, retraer el lenguaje hasta una edad
posterior a cualquier devastación:
de esta forma
los enigmas serán cosa de herejes,
quedarán extinguidas las cuarenta monedas y los trajes de buzo,
quien herede de ti
heredará desiertos y arboledas miopes,
heredará el pudor de quien ha visto que apagando la radio y olvidando quien fuiste
se retorna a la vida.
Lo que importa es optar por la vereda
que te lleve al final donde las cosas
son de ningún color,
donde la noche es grito y la oscuridad no existe,
elegir la palabra que no tenga cabida en el asombro y ante todo
regresar al futuro, lo que implica
la abolición del yo.

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 LA MUCHACHA DE ARROZ

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