domingo, 28 de marzo de 2010

Nunca te he preguntado cómo son los inviernos allá arriba

Nunca te he preguntado cómo son los inviernos allá arriba
ni si el sol es más grande y es por eso
que atardece después y a media noche se apagan los semáforos,
pero mira,
hoy que Dios está triste y ya no quedan parientes en los sauces
desearía saber si eres feliz,
si le sigues dejando que se duerma en tu regazo a la luna,
si la gente allá arriba lleva gafas azules y conoce el destino de los pájaros,
si existen bicicletas del color de mis ojos
y tienen cobertura mientras duermen los ángeles los teléfonos móviles.

Dime, ¿hay colegios y casas amarillas y fiestas de guardar
para las mariposas?
¿Hay helados de fresa y naranjas con Cointreau?
¿Hay cine los domingos y en las siestas de julio retransmiten el Tour?
Me dirás que por qué me intereso después de tantos años
por detalles tan nimios,
pues verás,
resulta que las cosas aquí se están poniendo que no hay quien las entienda
y hay que ser previsores
y uno tiene, ya sabes,
una edad en que empieza a sospechar de los músicos
y acaba preguntando qué narices le queda que hacer en este mundo.

Pues bien, ya que me escuchas
dime en qué se entretiene la gente como tú, como veis
la eternidad por dentro
y qué pensáis
cuando un barco se hunde y no lo encuentran los peces abisales
y a quién os referís exactamente al hablar
de amantes ilegítimos.

Y finalmente, dime,
¿son los valles sombríos?,
¿hay hoteles de hielo donde sirvan anís y los murciélagos lleven
pajarita en el pico?,
y este aroma en el aire
y el temblor que ahora siento en los dedos cuando escribo
¿acaso son de allí?

Poesía Pura, 28 03 10

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