Hay cosas que no entiendo,
por ejemplo,
un día me levanto y me apetece contemplarme en los charcos
o ponerme a mirar cómo se bañan
en luz los gorriones
-el problema es que hace mil años que no llueve-,
y me empeño en mirar por la ventana cuando sé
que se ha muerto el cartero
y a las doce
se agotan los periódicos.
De verdad que no entiendo en absoluto por qué toman
estricnina los ricos y se afeitan
el corazón los necios,
por qué escupen
jeringuillas con dientes los dietistas mediocres
y hay sindicalistas que desean a las hijas de los empresarios,
no lo puedo entender como no acierto
a saber qué temblores ocurren en la piel de un ministro
o que pintan sentados a la puerta del cine los gendarmes albinos
con un trapo en la boca,
será que soy un náufrago y mi balsa
se ha quedado en los gestos,
varada
no sé adónde,
será que hace dos años que no tomo café y se me han zurcido
de babosas los párpados,
pero ocurre, además, que ya hace tiempo
se acabaron los trenes y en los bares
no se admiten apuestas
y aquí sobrevivir es esconderte en los barrios periféricos
sin ponerte a pensar de qué trinchera
proceden los disparos.
Y por si fuera poco
hay personas incluso a las que nunca he propuesto entender:
a vosotros, amigos, por ejemplo.
Poesía Pura 26 03 10
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