Es mentira que existan animales suicidas
pero se habla de animales suicidas:
en realidad hay, sí, comportamientos
que pueden resultar inexplicables
y son inexplicables,
pero aquellos delfines que terminan varándose en la playa
llegaron a la arena mucho antes,
muchas muertes atrás,
lo que ocurre es que arriban, sin saberlo,
desde el fondo asombrado de sus ojos
con un montón de siglos de retraso.
Si acaso les hubieran permitido
quedarse al otro lado más llano de la muerte
hoy serían extrañas piruetas
del sol en los cadalsos.
Sin embargo quien tiene la certeza,
quienes saben
muy bien la finitud de su existencia,
pueden planificar hasta el momento
preciso de su muerte,
quienes pueden pensarla
y desearla ,
quienes vienen diciéndose responsos a sí mismos
cuarenta entierros antes
no son gente suicida porque tienen
reservado hace tiempo
un dulce panegírico en todos los periódicos.
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