jueves, 1 de abril de 2010

Esta noche estoy triste

Esta noche estoy triste
y quisiera contároslo a vosotros que fuisteis mis hermanos
de bombacho y jersey cuando eran altos los muros y dormí­a
la muerte en los desvanes,
y ha de ser justo ahora que el licor desinhibe la gramática
y aún no tengo
bazares en los labios:
hace tiempo que me amarga la vida como un lunes,
como ese odioso lunes en que aprendes que vives de alquiler
y los teatros no tienen salidas de emergencia
y sólo cuando bebo
soy capaz de olvidar que he amontonado en mi casa
las escorias del mundo y que si cierro las puertas
huele a estiércol y a mí­,
huele a angustia de leche fermentada y a herbicida de musgo
y una copa, tres copas
-ni uno sabe contar cuando se mezclan los Persas y el Neolí­tico-
son la ayuda perfecta y el somní­fero
que permite dormir toda la noche y más allá de la noche,
más allá de las cosas que se quedan flotando a la deriva
cuando todo se mueve y los teléfonos
estornudan a un tiempo.
Amigos, es muy tarde y quisiera alzar mi copa con vosotros hasta el lí­mite
de un cielo cisterciense, justamente
a la altura del limbo:
quizás la última copa que podamos tomar
juntos y ser felices, con la luna de fondo e imaginándonos
cien muchachas desnudas y un ciruelo
besándoles las nalgas,
amigos,
qué debiera deciros para haceros más liviano este instante,
porque cosas así­ son las que hacen la vida soportable
y un dí­a habrá justicia o eso espero,
porque cosas así­ hacen que estemos mirándonos el pubis
como niños en un dí­a lluvioso
mientras otros
acarician los pechos de las hadas.
Pero bien, lo he hablado yo todo y de verdad que es muy tarde:
apuremos las copas,
guardemos los licores sobrantes aquí­ entre estos libros ingleses de mi armario
por si alguno vení­s a mi sepelio
que os toméis otra copa a mi salud.

Poesía Pura

 01 04 10

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