viernes, 16 de marzo de 2012

Todos mis adversarios viven mejor que yo


Todos mis adversarios viven mejor que yo,
gesticulan y hablan,
se mueren de ternura sin mirarse a los ojos mucho mejor que yo,
visten trajes de Armani, slips de Calvin Klein, camisas italianas
y repiten consignas en inglés.
Todos mis adversarios son más listos que yo,
son más altos que yo,
más cercanos que yo,
más tangibles que yo,
por eso apenas caben en sus verdes zapatos,
por eso se cimbrean cuando el viento se bifurca al llegar a los eriales,
por eso están colgados con garfios de cristal sobre las bóvedas
de las viejas basílicas,
por eso se dibujan como un ángel de innombrables tentáculos,
sonríen y lastiman las copas de los árboles,
bostezan y amanece más tarde con las nubes atoradas de rímel.
Todos mis adversarios son vecinos felices,
oyen misa de doce,
se santiguan,
toman whisky con soda, se depilan las nalgas y a hurtadillas
se regalan navajas de afeitar,
todos mis adversarios tienen gruesas esposas,
hijas de cachemir,
suegras de caracol y cuando besan
huelen a escolanía de homenajes nocturnos.

Todos mis adversarios tienen silla en el cielo y han suscrito
un seguro de vida con reintegro.

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