viernes, 16 de marzo de 2012

Por entonces



Por entonces
ya hacía varios años que yo estaba al otro lado del viento;
detrás de los cristales
la ciudad era un río desbordado de voces,
pero nadie
se paraba a observarme.
Y es que todo era un sueño y yo creí
que los sueños se ahogaban de cosas imposibles:
tú habías vuelto después de muchos años de angustias y yo estaba
comenzando a ser joven, aprendiendo
la forma de tus manos y el aroma que dejan
los besos intangibles.
Dijiste: ¿no son los mismos árboles y temblores de siempre?
Y me diste la mano,
recorrimos
las plazas en que miles de ancianos apostaban sus reales de niño,
caminamos despacio, como a tientas,
cuidando no pisar en los aljibes donde guardan las lluvias
su primer desvarío.
Era hermoso sentir que aún conservaba el otoño nuestros nombres,
era hermoso mirar el mismo cielo,
abrazarse a escondidas,
confiar en el otro
y ver que el horizonte no acaba en la pared.

Abrí los ojos.
Yo había muerto y tú no.


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