viernes, 16 de marzo de 2012

En la mesa de al lado se han sentado dos jóvenes



En la mesa de al lado se han sentado dos jóvenes
ella es la locura de un suburbio indecente de belleza,
él sostiene en las manos “Ser y tiempo” de Heidegger:
una chica y un chico que no saben si existe la igualdad de los soviets.
Yo no sé de qué hablan, sólo veo
la aritmética exacta de sus codos que parecen traídos de un sprint de ciclistas,
yo no sé si se aman,
si sus ojos son deltas de unos ríos contados por teléfono,
yo no sé si se aman
o han venido hasta aquí para decirse
lo triste que es vivir en las pirámides de una montaña rusa.
Por el modo de hablar ella parece una muchacha de tejados burgueses,
él la mira y calcula cuántos años tardaría Platón en recorrer
la distancia insalvable hasta sus pechos.
Yo no sé si se aman,
yo no sé,
de qué brazo de mar es el deseo
de dos chicos filósofos que se reinventan la tarde desde el fondo
de sus ojos castaños.
Sólo siento
que el aliento del mundo ralentiza su ritmo cuando hablan,
sólo siento
que detrás, y a lo lejos, canta un pájaro.

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