sábado, 17 de marzo de 2012

A ti y a mí que somos

A ti y a mí que somos
dos mitades de ámbar con los ojos de anís, qué nos importan
los palacios altísimos que habitaron los Médicis
o la insana idiotez de la Gioconda,
a ti y a mí
que nacimos ayer y nos morimos mañana tiene gracia
que nos vengan ahora con manzanas marinas
y mieles destetadas,
que nos vengan con cuentos de Santelmos eléctricos y agüeros sumergidos
en mitad del naufragio,
a ti y a mí
que vivimos en ciudades de mármol y el aire que bebemos tiene asma
nos importa la gente sensatamente estúpida,
nos importan las cosas que suceden a nivel de la calle,
la muchacha que no sabe si es virgen y ha perdido
a su padre anarquista repartiendo octavillas a la puerta de un cine,
nos preocupa el olor a mercería en el metro,
el color amarillo en las iglesias,
la luz de los burdeles
y los rifles con mira telescópica.
Hemos sido turistas y también nos han dado por supuesto
a probar los fervores de una noche de vodka,
estuvimos presentes cuando un grupo de pinks endomingaba
con coronas de cáñamo las tumbas de los vates románticos
y en el foro romano hemos visto orinar a homosexuales y bajarse las faldas
a rubias verticales,
dime tú
qué fue de sus poemas, sus estatuas, sus arcos, sus altares, sus negocios civiles,
sus muestras teatrales,
hoy la gente que cruza entre sus ruinas se conforma
con un plato de pasta y un póster a color de Sofía Loren,
las historias
no son más que epidemias ataviadas con ramitos de sífilis
y sólo a quienes tienen la conciencia alquilada les ocupa.
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